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Sumario Alemania Primavera 2004 - Pessah 5764

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Pessach 5764
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Determinación y Persecución

Dr. Efraim Zuroff

Por el Dr. Efraim Zuroff*
La opinión pública piensa que, cuanto mayor tiempo transcurra desde los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, menores serán las posibilidades de llevar ante la justicia a los criminales de guerra nazis, pero esta afirmación no es del todo cierta, al menos no lo es en todas partes, a la vista de los acontecimientos ocurridos en los últimos tres años. Es evidente que muchos países han abandonado sus esfuerzos, y otros no han tenido demasiado éxito. Pero afortunadamente existen excepciones. Pongamos el ejemplo de los Estados Unidos. Entre el 1 de enero de 2001 y el 1 de enero de 2004, la Oficina de Investigaciones Especiales, puesta en marcha por el Departamento de Justicia, con el propósito de llevar ante los tribunales a los criminales de guerra nazis que viven en América, obtuvo 16 condenas y denunció dieciocho nuevos casos. Sólo en el 2002, se pusieron once demandas, la cifra más alta desde la creación del departamento en 1979.

Este excelente resultado se debe principalmente al hecho de que en los Estados Unidos, los criminales de guerra nazis, no son perseguidos por delitos criminales (por asesinato, genocidio o crímenes contra la humanidad), sino por violaciones de las leyes de inmigración y ciudadanía (declaraciones falsas a la hora de rellenar los formularios de inmigración y naturalización). Esta medida legal fue adoptada por las Autoridades Americanas a finales de los años 70, cuando descubrieron que un gran número de personas, sospechosas de colaboración con los nazis, había emigrado a los Estados Unidos, después de la guerra (1947-1952), haciéndose pasar por refugiados. Dado que estos individuos habían cometido sus crímenes fuera de los Estados Unidos, en un momento en el que no eran ni ciudadanos ni residentes americanos, teniendo en cuenta, además, que las victimas no eran ciudadanos de ese país, no podían ser juzgados por los tribunales americanos. Por todo ello, las autoridades americanas decidieron aplicar unas medidas de desnaturalización y de expulsión, mucho más factibles de llevar a cabo que una denuncia penal. De hecho a los americanos les resulta mucho más sencillo ganar este tipo de casos basándose únicamente en simples documentos, ya que, la edad avanzada de los testigos, (problemas de memoria) les garantiza mucho mejores resultados que aquellos otros países que acusan a los nazis de criminales.

Además de los Estados Unidos, existe otro país, que en los últimos tres años, ha conseguido llevar ante los tribunales a tres criminales de guerra nazis, cifra record si la comparamos con otras naciones. El país del que hablamos es Alemania, que no ha cesado de perseguir a estos criminales, hay que decir que con bastante éxito. Si analizamos las tres condenas obtenidas por el Ministerio Publico Alemán, entre el 1 de enero 2001 y el 1 de enero de 2004, conoceremos mejor los serios problemas con los que se enfrenta el proceso judicial en estos casos y los factores que determinan el resultado de los mismos.

El primer juicio celebrado en ese periodo fue el de Julius Viel, condenado a principios de 2001, por los crímenes cometidos en Ravensburg. El caso Viel es de un especial interés, por las circunstancias que condujeron a su condena, ya que pone de relieve la importancia de los testimonios de algunos de sus cómplices. En 1945, Julius Viel era un oficial de la SS en el ghetto/campo de concentración de Theresienstadt, no muy lejos de Praga. Un día de marzo 1945, llevó a un grupo de detenidos a cavar unas zanjas destinadas a impedir el paso de las tropas soviéticas. Al finalizar el día, Viel, sin motivo aparente, disparó de muerte a siete de los prisioneros con su rifle. No se abrió ninguna investigación en relación con esos asesinatos, y estamos seguros de que nadie le hubiese pedido cuentas por ello, si no hubiera sido por una serie de circunstancias que tuvieron lugar en Canadá, muy lejos del lugar del crimen.

En 1996, Steve Rambam, un investigador privado, judío, intentaba encontrar en Canadá, a nazis sospechosos de haber cometido crímenes de guerra para interrogarlos y conseguir sus confesiones. Haciéndose pasar por un investigador de la inexistente “St.John´s University of the Americas” (Universidad St.John de las Americas), ubicada en Belize, decía que “trabajaba en un proyecto que le permitiría analizar las relaciones entre los militares, la policía y las autoridades civiles bajo la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial”. Basándose en una lista que le había sido entregada por el “Centro Simón Wiesenthal”, Rambam llamó a muchas puertas de individuos sospechosos de haber sido criminales de guerra nazis. A pesar de que llegaba hasta ellos sin previa notificación, algunos le recibían, y al menos uno de ellos llegó a comentar, abiertamente, sus experiencias en ese tiempo de guerra, implicándose claramente en los hechos. Rambam grabo subrepticiamente esas conversaciones y más tarde las dio a conocer en una conferencia de prensa, en Montreal. En esas cintas, Antanas Kenstavicius, antiguo jefe de policía Lituano, del distrito de Svencionys, relataba con todo lujo de detalles como miles de Judíos de su área fueron agrupados y asesinados en el otoño de 1941.

El caso Kenstavicius, fue de gran ayuda, puesto que llamo la atención de la opinión pública, sobre el hecho de los continuos fracasos canadienses en la persecución de los criminales de guerra nazis, lo que dio lugar a que un profesor de economía, canadiense, llamado Adalbert Lallier, se presentara a testimoniar sobre un crimen del que había sido testigo mas de 50 años atrás.. Aconteció que Lallier , a la edad de 17 años, fue captado por las SS en calidad de Volksdeutsche Rumano. En marzo de 1945 fue testigo del asesinato de los detenidos por Viel, en el campo de Theresienstadt, y estaba dispuesto a testificar contra el.

Finalmente, el testimonio de Lallier fue decisivo en el juicio de Viel que fue acusado el 3 de abril de 2001 y sentenciado a 12 años de prisión. (Viel permaneció en prisión hasta unos días antes de su fallecimiento en febrero del 2002) De hecho, sin el testimonio de Lallier, no solamente Viel no hubiese podido ser condenado, sino que estos crímenes hubiesen quedado ocultos. Este caso ha demostrado que es de vital importancia, en este tipo de procedimientos, el testimonio de los cómplices o de los que presenciaron los asesinatos. Es tremendamente difícil y complicado por no decir casi imposible, conseguir el testimonio de victimas o espectadores, en posición de dar detalles tan precisos como los que podrían aportar los hombres que servían en los mismos rangos que los nazis y que, a menudo, se encontraban cerca de ellos en el momento de cometer estas atrocidades.

La segunda condena obtenida por el Ministerio Público alemán fue la de Antón Malloth, un austriaco que también sirvió en Theresienstadt. Contrariamente a Viel, cuyos crímenes eran desconocidos, Malloth tenía una gran reputación, ya que participó en las ejecuciones de “Kleine Festung” (Pequeña fortaleza) del campo de concentración, y de hecho fue condenado a muerte en 1948 en Leitzmeritz, Checoslovaquia. De todas maneras, la condena no se pudo llevar a efecto, ya que Malloth se escapo de la prisión y se refugió en su región natal, al sur del Tyrol, territorio italiano, después de la Segunda Guerra Mundial.

Por razones no esclarecidas, Italia le expulsó del país en 1988, pero no se tomó ninguna medida para llevarle ante los tribunales, ni por parte de Checoslovaquia (y más tarde por la Republica Checa en cuyo territorio cometió sus crímenes), ni por Austria, su patria, ni por Alemania, donde Malloth se instaló después de su expulsión.

De hecho, Malloth se benefició de la ayuda de antiguos nazis, particularmente de “Stille Hilfe” (Ayuda discreta), organización dirigida por la hija de Himmler, Gudrun Borowitz, establecida en Alemania para ofrecer ayuda legal, financiera y moral a todos los nazis perseguidos por la justicia o ya cumpliendo sus penas en prisión. Sirviéndose de esa ayuda, Malloth consiguió encontrar un puesto de trabajo en Munich, en una residencia para personas mayores, pero sobre todo consiguió eludir a sus perseguidores, especialmente al periodista Peter Finkelgruen, cuyo abuelo fue asesinado por Malloth.

Esta situación dio un giro importante, cuando un joven procurador llamado Konstantin Kuchenbauer, se hizo cargo del caso, llevó a cabo una nueva investigación y presento una acusación formal. En ese momento la salud de Malloth era precaria, y no es necesario decir que sus abogados se agarraron a este hecho para eludir el procesamiento. Pero Kuchenbauer no se dio por vencido y Malloth fue juzgado en la prisión de Munich donde estaba detenido. Debido a su precario estado de salud las sesiones del tribunal se limitaron a unas horas al DIA. A pesar de todo, fue condenado a cadena perpetua el 30 de mayo de 2001.

La tercera condena obtenida fue para el Dr. Friederich Engel, quien sirvió como jefe de la SD en Génova, Italia, y fue condenado en Hamburgo por el fusilamiento de 59 personas, en una operación de represalia, después de un ataque de los partisanos italianos contra soldados alemanes. De hecho Engel, estuvo relacionado, aparentemente, con el asesinato de muchos civiles italianos durante su servicio en Génova, pero tan solo fue acusado de una de ellos. Durante todos los años que duró esta investigación, siempre alegó que el solo cumplía ordenes, y que Hitler. ordenaba fusilar a todos los civiles después de un ataque contra las tropas nazis. Como era de esperar, los jueces no aceptaron esta línea de defensa y fue sentenciado a siete años de cárcel el 5 de julio de 2002. Debido a su avanzada edad (tenia 93 años cuando fue condenado), no tuvo que ingresar en prisión.

Si añadimos el proceso en curso del holandés de las SS Hebertus Bikker, y el reciente arresto en enero de 2004 del eslovaco y colaborador nazi Ladislav Niznansky, (los dos son hoy ciudadanos alemanes y viven en Alemania), acusados de asesinato, comprobamos que las autoridades alemanas persiguen activamente a estos criminales de guerra nazis, sin embargo no cabe duda de que podrían hacer un mayor esfuerzo, para incrementar el numero de detenciones, agilizando las investigaciones y los procedimientos para así incrementar el numero de detenciones y de condenas.
Debemos decir también, que estas detenciones efectuadas últimamente en Alemania, demuestran claramente la existencia de una voluntad política, por parte de la administración alemana, en favor de la continuidad de estos procesamientos. Todos estos procesos no hubiesen podido celebrarse en la Alemania de los años 50, 60 e incluso 70, cuando la persecución de los nazis era notablemente más problemática, y el sistema judicial mostraba una mayor empatía hacia los acusados de la que demuestran hoy en día.

A este respecto, Alemania ha progresado mucho en estos últimos años, y se ponen en práctica un mayor número de medidas judiciales que en otros países. Por una parte Alemania es, sin duda, el país donde reside el mayor número de antiguos nazis, pero por otra parte, su decisión en este tema, ha sido tan determinante, que los criminales de guerra que viven en ese país, ya no pueden estar seguros de que sus crímenes quedaran impunes. Se trata pues de una modesta hazaña, pero relevante para la justicia, y una victoria moral y simbólica para las victimas y sus familias.

*El Dr. Efraim Zuroff, cazador de nazis, historiador, especialista de la Shoa y director de la oficina de Jerusalén, del Centro Simón Wiesenthal de Los Ángeles

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